Estamos en la era de la adaptación. Las nuevas tecnologías han provocado la generación de nuevos sistemas reticulares en diseño web que se adaptan a cada dispositivo. Las marcas quieren conectar con el consumidor ofreciendo productos o servicios adaptados al 100% a sus intereses.
Lo que antes era un café con leche, ahora puede ser con leche de vaca, de almendra, de soja, de avena o de arroz. Hasta la panadera del barrio se sube al carro de la era de la adaptación haciendo napolitanas sin gluten y pan de espelta. Todo ello con la intención de que el consumidor sienta verdaderamente que el producto o servicio que consume es para él, y para nadie más.
Esta revolución afecta directamente a cómo las marcas se comunican visualmente. La ausencia de un estilo visual propio y reconocible es una constante en muchas de ellas. En ocasiones esto sucede porque las marcas entendieron la identidad como un logotipo y no diseñaron un sistema visual completo, generando identidades rígidas y, por lo tanto, ineficientes.
En contraposición a ellas, los actuales sistemas para generar identidades visuales aseguran una coherencia formal y conceptual aplicable a diferentes formatos, generando universos mucho más ricos a nivel gráfico y que reflejan conceptos mucho más consistentes y adaptados al usuario.
Pero, ¿cómo garantizar la coherencia y continuidad de la identidad visual utilizando sistemas flexibles?
A través de una serie de elementos gráficos dinámicos que construyen la propia identidad consiguiendo que ésta se adapte a las necesidades concretas de la estrategia de la marca.
La nueva identidad visual de la ciudad de Oporto, diseñada por los locales White Studio es un buen ejemplo de ello.
El estudio ha basado su trabajo en las distintas percepciones que de la ciudad tienen sus habitantes.
La mezcla de modernidad y tradición que caracteriza a esta ciudad se ve reflejada en la convivencia entre un logotipo tipográfico simple y un sistema iconográfico inspirado en los clásicos azulejos portuenses.
Este sistema iconográfico no solo genera una identidad rica en contenido gráfico fácilmente adaptable a infinitas aplicaciones. Al mismo tiempo, define una jerarquía clara entre las distintas instituciones que conforman la ciudad, utilizando cada uno de los iconos para diferenciar los departamentos que conforman su ayuntamiento.
¿Casualidad que desde el 2014, año en el que se implementó esta nueva identidad, Oporto ocupe el puesto número uno en el ranking de mejor destino europeo de vacaciones?
Spotify, EDP, Telekom, la ciudad de Melbourne… son muchas las marcas que se han dado cuenta de que una identidad visual debe tener la capacidad de crecer y evolucionar, de generar universos con infinitas posibilidades que no endulcen la vista, sino que la alimenten, regalando experiencias visuales y emocionando al consumidor.
