Hace algunos años, comunicar y hablar eran dos verbos que caminaban de la mano. El buen orador era aquel capaz de ganarse la voluntad de sus oyentes a través de las palabras, de la comunicación oral.
Hoy, tecnología y progreso nos traen nuevos canales de comunicación. Canales que a menudo apuestan por una comunicación rápida e impersonal y dejan a un lado el contacto “cara a cara”. El correo electrónico, WhatsApp, Instagram, Snapchat, Facebook, Twitter,… son claros ejemplos de estos nuevos canales de comunicación.
Por suerte para nuestro lado más romántico, el ser humano tiene una predisposición innata hacia la comunicación oral. No sólo nos encanta hablar y ser escuchados, sino que ante un buen orador podemos llegar a callar durante el tiempo que dure su discurso. Y lo que es mucho más importante, escuchar, escuchar conscientemente. ¿Será por eso que los grandes líderes siguen siendo aquellos que dominan el arte de la oratoria?.
Ser un buen orador es sin duda un arma poderosa. ¿Cuántos de nosotros no nos hemos quedado paralizados delante de la pantalla escuchando una conferencia TED? ¿Cómo pudo toda una nación creer ciegamente en Hitler? ¿Creeríamos a alguien que nos dijera que Martin Luther King, gran orador, no fue realmente un “gran padre”? ¿Lo fue? Y es que el poder de la oratoria es tal que a menudo no somos capaces de ver con claridad lo que hay detrás de esas palabras. Desde luego un gran poder al alcance de todos y a utilizar con precaución.
A diario todos somos oradores, tanto en nuestra vida personal como profesional. En nuestro trabajo además, asumimos el rol de portavoz ya que como parte de un equipo, hablamos y representamos a una marca. Y por lo tanto la oratoria cobra aún más importancia.
La comunicación no solo para transmitir nuestro mensaje, si no también el discurso de una marca.
Ahora bien, ¿cómo llegar a ser un buen orador? Practicar, planificar y conocer a nuestro público son los principales ingredientes. A partir de ahí hay algunos tips que nos ayudarán a dejar huella. Nuestra puesta en escena debe:
- Aportar un discurso con una única idea y/o objetivo principal, y que la audiencia lo conozca desde el principio
- El discurso debe estar estructurado, no dejemos nada al azar, ni los chistes
- Es importante establecer una relación con el público
- Mostrar entusiasmo
- Que sea visual, “no se trata de los números, es lo que significan los números” (Steve Jobs)
- Guarda lo mejor para el final
En The Mood Project apostamos por discursos con un mensaje honesto, auténtico, íntegro y apasionado. Discursos que no pasan desapercibidos y que no decepcionan. Conocemos bien el poder de decir y comunicar bien las cosas, pero también sabemos que las marcas fuertes no son sólo palabras, sino también hechos.