Cuando trabajamos en un proyecto de marca lo que definimos es una promesa. Una promesa a todos los públicos sobre el tipo de experiencia que van a vivir cuando se relacionen con la marca.
Si miramos cualquier sector encontraremos múltiples ejemplos de competidores posicionados en diferentes territorios: lujo, diseño, buena relación calidad / precio, conveniencia, seguridad, fiabilidad, etc. Pero detrás de cada promesa, ¿quiénes son realmente los responsable de construir esa experiencia de marca? Las personas de cada organización.
Durante el proceso de activación de una marca se alinea la identidad, la comunicación y el producto con un foco claro: el consumidor externo. Pero en ocasiones los empleados quedan como algo secundario que se van “enterando” a través de diferentes medios. Como consecuencia se pierde la conexión entre el trabajo diario de cada uno y la ruta definida para la marca generando una desconexión clara que acaba en una entrega inconsistente de la experiencia de la marca.
Una marca no es lo que dice, sino la experiencia que viven las personas.
Por ello, si queremos construir una marca fuerte debemos ir de dentro a fuera. Los siguiente pasos pueden ser una buena ruta para ello:
- Transmitir los valores corporativos para impregnar la cultura de trabajo con un tipo de comportamiento.
- Explicar la promesa de marca y definir como cada uno contribuye a ella.
- Involucrar a los empleados en la construcción activa la participación activa en la construcción para generar una conexión emocional y un sentimiento de pertenencia.
- Compartir el propósito de la marca para que entre todos luchemos por las mismas metas.
Con todo esto, conseguiremos que los empleados crean en la marca y se sientan parte de ella por lo que se responsabilizarán de entregar la promesa establecida y generando valor y preferencia para la organización. Sólo así tendremos uno de los pilares clave para construir una marca fuerte con todos los beneficios para la organización más allá del negocio, el entorno y la sociedad:
- Atrae y retiene el talento adecuado para la organización.
- Ayuda a organizar y optimizar recursos.
- Construye y fomenta la cultura corporativa, alineando la organización y al equipo hacia la entrega de la promesa.
- Aporta creatividad a la organización inspirando ideas útiles (ambiciosas, pero también realistas) y haciendo las cosas de forma diferente y exitosa, pero siempre con sentido.
- Te ayuda a trazar una ruta y a implementar acciones que suman siempre en la misma dirección.
- Te ayuda a comportarte de una manera sólida en base a unos principios, por lo que facilita los procesos de decisión.
- Permite innovar y expandir el negocio con coherencia.