La manera tradicional de compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar está cambiando. Y el valor de las cosas también. En la sesión de hoy exploramos una nueva tendencia de la mano de Trendwatching y con la presencia de Albert Cañigueral, fundador de Consumocolaborativo.com y conector en Barcelona de la red global Ouishare.
Todos sabemos que en tiempos de crisis se agudiza el ingenio. Desde el trueque de nuestros abuelos hasta las incontables iniciativas de consumo colaborativo actuales, siempre buscamos alternativas para capear las situaciones difíciles y sacarles algún tipo de provecho compartiendo, prestando o vendiendo nuestras posesiones. Con la que está cayendo, el fenómeno del intercambio ha vuelto pero el valor de las cosas está cambiado para siempre. Y parece que ya no hay vuelta atrás. ¿Porqué limitar las cosas a un precio? ¿Porqué no sacar beneficio del valor de nuestras posesiones, de nuestro conocimiento y de nuestro tiempo?
Las reglas de juego de las redes sociales han revolucionado la manera actual de intercambio. No se trata de qué es lo que compartes sino cómo y con quién lo haces. El status social, entendido como la capacidad de relacionarse y obtener reputación de tus conexiones, se ha convertido en la nueva divisa. Y no es de extrañar. En un mercado repleto de productos, ofertas e información, tendemos a fiarnos de lo que conocemos y nos inspira confianza. Para conseguir ese valor social, los consumidores construyen y participan en comunidades donde además de proponer bienes y servicios, crean perfiles personales que nos permiten conocer mejor a la persona con quien realizamos la transacción. Así aparecen las plataformas P2P (Peer to Peer), lugares de intercambio de bienes sin necesidad de adquirirlos donde, además del clásico proceso de compra/venta, se establecen otro tipo de sinergias. Porque detrás de cada casa alquilada y cada prenda de ropa vendida, buscamos un intercambio que nos aporte un valor añadido y nos haga sentir útiles para los demás.
Existen distintos tipos de plataformas P2P: las basadas en negocios tradicionales de compra/venta e intercambio de bienes, como el caso de Airbnb (alquiler de viviendas), Knok (intercambio de viviendas) y Social Car (alquiler de coches), entre otras; aquellas que proponen intercambios de tareas y conocimientos como Etece, y las que utilizan el tiempo como divisa como, por ejemplo, los numerosos bancos de tiempo repartidos por todo el país. En todos estos casos, la reputación de los participantes se convierte en la piedra angular facilitando la toma de decisiones en función de su perfil y de la capacidad que estos tienen de transmitir confianza. A través de los contactos en las redes sociales y de los comentarios de usuarios, los futuros clientes potenciales pueden asegurarse de la fiabilidad del producto o del servicio ofrecido según la cantidad de reacciones generadas. Además, el sistema de perfiles personales (cada participante debe crear un perfil con información personal a modo de red social) ayuda a crear vínculos entre los participantes y refuerza aún más la reputación de cada uno de ellos.
Ante este avance imparable de la economía colaborativa, parece que las empresas más tradicionales tienen que tomar una postura hacia este nuevo tipo de consumo. En el caso de Citroën, optó por la de adaptarse, subiéndose al carro del mercado comunitario en Francia creando Multicity, una plataforma P2P para sus clientes donde éstos pueden alquilar o compartir coches de la marca.
Pero ¿cómo se traduce esto en el mundo de las marcas y las personas? El diálogo se ha trasladado de la empresa a sus iguales y las decisiones de compra se basan cada vez más en la confianza que éstas sean capaces de generar. Así, éstas deben entender la importancia del status social y ganarse una reputación basada en las recomendaciones y las conexiones con sus consumidores. La construcción de autoridad a través de menciones y recomendaciones es el actual gran reto de las marcas y, a la vez, una gran oportunidad para establecer relaciones productivas con sus consumidores cubriendo sus nuevas necesidades. Tal y como sucede en las plataformas P2P, las empresas deben crear un nuevo status en base a la cantidad de conexiones que estas consigan con sus clientes. Cuanto mayor sea el número de relaciones y mejor el feed-back con todos ellos, mayor grado de confianza serán capaces de generar gozando de un mejor status. Otra opción pasa por empoderar a los consumidores, es decir, hacerles co-partícipes de la creación del producto, permitiéndoles expresar sus propuestas y opiniones con el fin de ofrecerles algo perfectamente adaptado a sus deseos y necesidades. Así lo han entendido empresas como Bankinter que a mediados de 2012 puso en marcha Bankinter Labs Empresas, un espacio colaborativo donde las empresas clientes de la entidad tienen la oportunidad de participar en el proceso de creación de productos y servicios financieros del banco y su web de clientes; o la edición española de la revista FP que pidió ayuda a sus lectores para decidir el nuevo nombre de la publicación a través de un concurso.
En TheMoodProject sabemos muy bien que la reputación social se está convirtiendo en la nueva moneda de cambio en una economía compartida donde el acceso prima frente a la propiedad. Por eso, creamos experiencias de marca que ayuden a las empresas a establecer relaciones con los consumidores basadas en el intercambio, en la sostenibilidad y en la confianza.