Creatividad, ese gran concepto que muchos de los de mi época, la del EGB, habíamos puesto en un pedestal por considerarla inalcanzable. He tardado años en comprender que aquella idea de que “los que valen para estudiar no son creativos” era falsa. Y otros tantos en recuperar la confianza en que yo puedo crear.
Desempolvar ese talento que todos nosotros tenemos y que quedó enterrado en algún momento de nuestra infancia es realmente posible. Hagámoslo. Sólo se necesita practicar.
Nuestro consejo, echar a la lógica, los perjuicios y la inseguridad. Dejar volar la imaginación en todo lo que hagáis, no importa lo extravagantes que sean vuestras ideas. Fuera perjuicios. Nada de juzgar o criticar. Todo vale. Y, sobretodo, confiar en vosotros mismos.
Ken Robinson, en su discurso “Las escuelas matan la creatividad”, afirma que nos educan en un sistema educativo creado en la revolución industrial, cuando la necesidad de tener mano de obra constante, obediente y productiva era una prioridad. La revolución industrial pasó a la historia pero nosotros seguimos educándonos de la misma forma. Y aún así, hay grandes creativos entre nosotros. ¿Lucharon todos ellos contra el sistema? Yo diría que no. Simplemente practicaron, practicaron y practicaron haciendo aquello que tanto les gusta y tan bien se les da: músicos, programadores, diseñadores, deportistas, bloggers, científicos, políticos…. No importa la disciplina, en cada una de ellas hay grandes creativos.
Los niños, todos los niños, no uno ni dos, sino todos los niños, son creativos. El ser humano es creativo por naturaleza, de lo contrario no estaríamos hoy aquí. Y por lo tanto esa aptitud innata que tenemos cada uno de nosotros para crear sigue dentro de nosotros, más o menos oculta, pero ahí esta. Sólo tenemos que darle un poco de marcha y reeducarnos para sacarle el máximo partido.
¿Por qué son tan creativos los niños? Esa es una larga reflexión que trataremos en otro post. Aunque si os apetece os dejo algunas pistas: los niños no tienen miedo a equivocarse, no tienen prejuicios ni ideas preestablecidas, están relajados, no perciben los límites temporales y espaciales como los adultos. ¿Os hacéis a la idea?
“La creatividad se aprende igual que se aprende a leer”, eso es lo que dice Ken Robinson. Así que a practicar se ha dicho. En The Mood Project lo hacemos todos los días y mirar que bien lo hacemos.