En The Mood Project creemos firmemente en las marcas fuertes.
Marcas únicas, con alma y vocación que son capaces de conectar emocionalmente y de enamorar generando preferencia y valor. Marcas coherentes, que tienen claro de dónde vienen y hacia dónde van, que se construyen día a día de manera consistente. Marcas que definen su comportamiento tanto interno como externo.
Una marca fuerte atrae el mejor talento y construye una cultura corporativa alineada con la visión de negocio. Ayuda a organizar y optimizar acciones, a trazar una hoja de ruta a largo plazo y, sobre todo, a tomar las decisiones correctas para sumar siempre en la misma dirección.
En mercados altamente competitivos una marca fuerte nos diferencia de la competencia haciéndola imposible de copiar. Incrementa el valor económico y creativo de la empresa. Fideliza al cliente, por lo que genera más ventas.
Existen numerosos ejemplos conocidos de marcas fuertes: Apple, Nike, Red Bull, … Sin embargo, cabe destacar aquellas que, con menores presupuestos, trazan una trayectoria clara y poco a poco se van consolidando en los corazones de sus clientes. Es como una mancha de aceite que se propaga lentamente pero que impregna profundamente todo lo que toca. La trayectoria de empresas como Vueling, Hola Luz o Pepe Phone demuestran que es más importante ser una “gran marca” que no una “marca grande”.
Pero esto es una carrera de fondo. Una marca fuerte no se construye ni en un día ni con una gran campaña. Es como una planta que hay que regar. Su gestión se tiene que convertir en un hábito y su activación es responsabilidad de todas y cada una de las personas de la organización.
Por todo ello, es importante recordar que en los viajes lo importante no es (sólo) el destino, sino disfrutar del camino.