En 2010 apareció Instagram en la AppStore y empezó a incorporarse en los dispositivos de los consumidores más modernos. Lo que empezó siendo una aplicación utilizada para aplicar el filtro “Valencia” a las fotos y colgarla tímidamente en un feed, se ha convertido hoy en toda una fuente de referentes gráficos, de lifestyle y hasta literarios.
Varios años han pasado desde su nacimiento y no ha parado de crecer. A día de hoy, las cifras que Instagram ofrece son impresionantes: se llegan a compartir 80 millones de fotos y vídeos cada día y ya son 400 millones de usuarios activos en todo el mundo, convirtiéndose en la red social de fotografía más potente de momento.
Uno de los motivos del éxito abrumante, es que sus usuarios van un paso por delante, y no solo comparten sus fotografías con otros usuarios, sino que se ha creado una comunidad propia, con unos usuarios llamados “instagramers”.
La interacción entre ellos es muy potente y no entiende de fronteras. Muchos de los instagramers cuentan con miles o millones de seguidores a sus espaldas, y se han convertido en creadores de contenido y prescriptores de marcas, dándole un giro a la idea de endorsement que teníamos hasta ahora.
Y desde The Mood Project nos preguntamos, ¿qué oportunidad hay para las marcas en todo esto?
Los usuarios de Instagram ven a estos prescriptores como personas inspiradoras, incluso como referentes. Personas de carne y hueso, mucho más cercanas que los modelos de los anuncios televisivos, y que consiguen captar nuestra atención en cada fotografía que comparten con su comunidad.
En este contexto, es lógico que cada vez sean más las marcas que decidan promocionarse a través de ellos, que ya no hablan de los productos, sino que los enseñan mediante las fotografías que comparten y comunican por ellos de una manera menos intrusiva e invasiva.
Las reglas del juego han cambiado y los instagramers llegan a impactar en la forma en la que se consume la publicidad y en como el usuario percibe a la marca, que pasa a ser más humana y cercana.
La figura del instagramer, provoca que los usuarios compartan su vida personal y que sus seguidores lo vivan como si se tratase de un amigo más. En consecuencia, estos seguidores son mucho más susceptibles a las marcas por el hecho que alguien de “su entorno” las consume.
Cabe destacar, que se produce una segmentación por temáticas de contenidos que viene dada por el propio instagramer, lo que facilita enormemente a la marca a la hora de escoger a un perfil u otro donde patrocinar sus productos.
En The Mood Project tenemos claro que una marca fuerte debe ser capaz de adaptarse a las nuevas tendencias y formas de consumo. ¿Qué nos deparará en unos años? ¿Qué innovaciones nos traerá Instagram como soporte para las marcas? Solo lo sabremos con el tiempo, pero lo que es seguro, es que os lo iremos contando todo en nuestro blog.