El martes 24 MarketingDirecto.com organizó lo que vino a llamar el I Congreso de Geomarketing. Durante una mañana maratoniana de ponencias se analizaron y pusieron en común desde mejores prácticas hasta teorías sobre nuevos enfoques para el marketing de precisión.
No soy periodista por lo que la finalidad de este post no es hacer una crónica del evento (seguro que son mejores las que hagan en marketingdirecto.com propiamente), sino reflexionar sobre lo que en aquella sala del Círculo de Bellas Artes sucedió y que supuso para mí un rayo de esperanza dentro de nuestro mercado.
Partimos, como viene siendo habitual, de una situación de mercado de crisis, de falta de esperanza y apatía según nos cuentan los medios en su gran mayoría. Tengo que decir que en la sala del CBA el ambiente que se respiraba era exactamente el opuesto. Quienes ahí se congregaban, en su gran mayoría responsables de marketing de empresas de tamaño medio y grande, estaban ávidos de novedades, ávidos de casos prácticos que poder aplicar en sus estrategias. Eso se notaba en las preguntas, en los pequeños debates que generaban algunas intervenciones. No señores, no estamos ante un mercado apático y unas empresas atrincheradas tras el miedo. Lo que tenemos entre manos es gente que quiere moverse, que quiere buscar nuevas salidas y formas más precisas (algo a lo que la crisis nos ha ayudado) de conectar con sus clientes.
Todos escuchaban atentamente cómo por ejemplo el modelo y procesos de gestión de clientes de Reale Seguros, presentado de maravilla por Miguel Cruz, es una máquina precisa y perfectamente engrasada que se adapta al mercado cambiante y sobre todo al nuevo modelo de usuario. Un nuevo usuario que reclama que se le hable a él, que conoce la tecnología y sabe que las empresas la pueden usar por lo que pide a gritos personalización.
También hubo tiempo para los CRMs explicados en un plano más bien teórico por María Requemán (Unidad Editorial) quien instaba a la audiencia a probar y medir, probar y medir como clave para evolucionar y marcar el camino de nuestra relación con el cliente.
Si a todas las herramientas y teorías que vimos se les da un buen uso, la información que las empresas pueden manejar a día de hoy es valiosísima y tendrá repercusión directa en la relación con sus clientes, así como en la precisión de sus campañas, mucho más dirigidas y segmentadas.
No es lo mismo diseñar una campaña para hombres, mayores de 40 años, de poder adquisitivo medio-alto que hacerlo para adeptos al surf, que pueden no compartir edades pero sí afinidad, estilo de vida y gustos. Nuestra comunicación con el cliente pasará a estar realmente alineada con sus gustos y necesidades. Lo cual nos da una conexión emocional con él.
Aún hay esperanza. Las nuevas herramientas y el enfoque de nuestras empresas permiten que poco a poco las relaciones entre marcas y personas sean reales, basadas en datos empíricos y caminen además hacia la honestidad y la transparencia. Hay mucho camino por recorrer pero la semilla germina.