Cuando muchos escuchan la palabra “prototipo” piensan en modelos de coches conceptuales y súper avanzados o de gadgets tecnológicos muy complejos. Pero… ¿y si os dijera que el prototipo tiene mucho más que ver con una actitud que con todo eso? ¿Y que el branding tiene mucho que ganar si se prototipa?
Con el paso del tiempo nos hemos visto inmersos en una era de “extrema velocidad”. En esta era, el branding ha pasado de ser una disciplina rígida a verse obligada a dinamizarse y adaptarse a un entorno lleno de cambios.
En este contexto, las marcas tienen una gran oportunidad: creer de verdad que aquí están para innovar, partiendo de su esencia para imaginar y proponer experiencias cada vez más entusiasmantes. Experiencias completas, compuestas de muchos pequeños momentos donde se destile nuestra forma de ser. Pero, ¿cómo encontrar el equilibrio perfecto entre hacer lo que sabemos que gusta y funciona y no dejar de sorprender?
Aquí es donde aparece la idea del prototipo.
Un prototipo no es caro, ni difícil de realizar. De hecho, esa es la idea: que sea barato. Porque como buen ejercicio en fase “beta”, puede fallar. En poco tiempo y con poco dinero hemos de ser atrevernos a proponer, desafiar lo convencional. Porque somos marcas y tenemos la oportunidad de ser auténticos referentes.
¿Cómo hacerlo? Os lo explicamos en tres sencillos pasos:
- ¡Conócete tu marca a fondo!
¿Cuál es su esencia? ¿Qué elementos la hacen única? Lo que respondamos deberá estar presente en tu prototipo, porque si no…¡no representará tu marca! - ¡Conoce la experiencia de tu usuario!
¿Te has preguntado qué hacen tus actuales y potenciales clientes antes, durante y después de comprarte? ¿Tienes identificados todos aquellos momentos donde podrías estar presente y todavía no lo estás? ¿Y aquellos donde podrías hacer algo distinto para generar una experiencia más genuina y mejor? - ¡Al ataque! Prototipa y sorprende
Escoge uno de estos momentos, y desde tu esencia piensa una nueva idea. Llévala a cabo lo más rápido y asequible posible y…¡lánzate!
Por ejemplo, imagina que estás pensando en lanzar un nuevo servicio que encaja perfectamente con tu ADN y con el estilo de vida de tu público, pero se aleja de lo que has hecho hasta ahora. No estás seguro de si va a gustar o si se va a entender en el mercado y el público al que nos dirigimos.
Otro caso sería el de una marca de cerveza que quiere lanzar artistas bajo un sello propio. Puede crear una landing con dos o tres videos de artistas emergentes y ver cuánta interacción hay. O de la misma manera, una marca de compra-venta digital que quiere saltar al offline y monta un mercadillo de fin de semana para probar unas dinámicas concretas de funcionamiento.
Como vemos, el prototipo no entiende de canales, pero siempre debe ser tangible. Hemos de testar mostrando algo que se explique y se entienda y se viva por sí mismo. Y lo mejor; ¡puedes recoger mucho feedback que te ayudará a mantener y pulir o a descartar la idea si no hay interés!
Una marca que ha identificado su esencia y actual de manera fiel a su visión y propósito se encuentra en una posición idónea para explorar y “testar” ideas en los lugares donde se encuentra su público.
¡No nos engañemos! El prototipar no es sólo de marcas jóvenes y creativas. Es un mecanismo de supervivencia para cualquier marca en la actualidad, de manera que se sorprenda aportando valor de forma constante sin correr riesgos de fallar demasiado tarde y por demasiado dinero.